Camiseta de Flandria |
El encuentro entre Flandria y Acassuso seguía cero a cero y el marcador parecía que iba a quedarse quieto por todo el partido. Los chicos que habían ido a ver a su club de barrio comenzaban a aburrirse y como todo chico cuando llega ese momento algo se le ocurre para escapar. La cancha de los locales, en Jaúregui a 8 kilómetros de Lujan, está en el campo y detrás del alambrado que enmarca el campo de juego, dos pequeños con la camiseta amarilla con detalles negras desteñida de Flandria sacaron una pelota gastada de una mochila y comenzaron a hacer jueguitos. Al rato otros dos pequeños se sentaron a un costado a mirarlos. Con las manos apoyadas en las rodillas, sosteniendo sus cabezas, como si fueran a caérseles, no desviaban la vista de la pelota. “Uhh”, se escuchó de fondo, alguien se había perdido un gol, pero a los chicos nos les interesaba, ellos estaban muy concentrados en lo suyo. “¿Quieren jugar?”, le preguntó el que parecía más grande. “Sí”, contestaron sin pensarlo los pequeños. Comenzaron haciendo pases y le siguió un loco, hasta que se dieron cuenta que tenían nuevos espectadores. En este caso llevaban la camiseta azul de Kappa, de Acassuso. Sin dudarlo los invitaron a unirse a ellos y armaron un 4 vs 4, usaron mochilas para delinear el arco y enseguida otros chicos bajaron de las tribunas para unirse a ellos.
Camiseta de Acassuso |
Los locales ganaron 11-9 y el partido terminó cuando los padres comenzaron a irse finalizado el encuentro principal que acabó tal como había empezado. El más grande agarró su pelota, la guardó en la mochila y se fue corriendo en búsqueda de su padre. En el camino les gritó a sus amigos: "Nos vemos el sábado que viene". La cita ya se había pactado, por más que Flandria jugara de visitante, ellos se juntarían con la única excusa de divertirse un rato.
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